Un trabajo en un mundo perfecto
Dec 18, 2024
Pedro Romanelli dejó su exitosa carrera como dueño de negocio hace 19 años para trabajar en lo que él describe como el mundo perfecto: su clase de kínder.
Lo considera un mundo perfecto porque los niños, como no tienen filtro, son honestos y tienen ganas de aprender. Dan el cien por ciento, lo cual aviva la pasión de Romanelli por la enseñanza.
“Los niños te dicen lo que piensan”, dijo Romanelli.
Originario de Puerto Rico, Romanelli ayuda a sus estudiantes de Mary McLeod Bethune Elementary a alcanzar varios logros. Empezó enseñando primer grado, pero pronto vio que los estudiantes de kínder tenían la misma energía y entusiasmo por aprender a leer. Y enseña kínder desde entonces.
Su papel en la formación de la conducta de los niños —enseñarles amabilidad, paciencia y las normas sociales— le da una inmensa satisfacción.
“Cuando tenía unos 16 años, recuerdo que estaba en un supermercado con mi tía, y una familia se le acercó, y todos los niños la empezaron a abrazar”, dijo Romanelli. “Mi tía me dijo que les había enseñado a leer. Fue entonces que supe que quería ser maestro”.
Romanelli es un maestro exitoso porque es un maestro auténtico. Él cree que ser genuino con los niños es clave porque ellos intuyen cuando un adulto no es honesto consigo mismo. Su tranquilidad y consistencia al mostrar amabilidad derrumban cualquier barrera, lo que hace que su salón sea un lugar alegre donde los estudiantes se sienten bienvenidos.
“Puede que no sea rico en términos de dinero. Pero cuando un niño me dice gracias y me da un abrazo, es entonces que me siento rico”, dijo.
Sus orígenes latinos juegan un rol importante en cómo conecta con los estudiantes.
En su cultura, se le da mucha importancia al cuido de la gente, lo cual se ve reflejado en su estilo de enseñanza. Por ejemplo, si un niño llega a clase sin desayunar, Romanelli se encarga de que coma antes de hacer cualquier otra cosa, ya que recuerda lo difícil que fue para él como niño cuando no lo escuchaban o cuando sus necesidades no se cumplían.
Su identidad cultural también se refleja en su enseñanza bilingüe. Les inculca a los estudiantes el valor de saber inglés y español bien, enfatizando la importancia de poder leer y escribir en ambas lenguas.
Esta estrategia no solo honra la herencia cultural de los estudiantes, sino también los prepara para un futuro exitoso. La empatía y comprensión que posee Romanelli, fundamentadas en sus experiencias culturales, lo ayudan a conectar con sus estudiantes de manera profunda, sobre todo con aquellos que vienen de un origen similar.
Uno de los impactos más profundos que tiene Romanelli en el salón es como referente para los varones. Romanelli aprovecha esta oportunidad para ampliar su perspectiva, animando tanto a niños como niñas a participar en actividades tradicionalmente separadas por género.
Como maestro hombre, su presencia provee a los niños varones de un modelo a seguir, alguien con quien se pueden identificar a nivel personal. Recuerda de sus propias experiencias que no fue hasta más tarde en la vida que conoció a hombres que él consideraría sus ejemplos a seguir, así que quiere ofrecer a sus estudiantes un ejemplo de éxito con el que se puedan identificar aún de pequeños. Sus estudiantes preguntan sobre su vida fuera de la escuela, como qué tipo de carro tiene o cómo es su barco, y aprovecha estas preguntas para enseñarles sobre el trabajo duro, el ahorro y los sueños cumplidos.
Romanelli cree que todo desafío al que se enfrente como docente se queda chico en comparación con el impacto que puede tener, particularmente en los niños varones que puede que no vean tantos modelos a seguir en sus vidas que sean hombres.
La naturaleza tranquila y simpática de Romanelli y su comprensión cultural lo hacen una gran potencia en el salón, y toma su rol en serio. Recalca que ser maestro no se trata solo de cobrar un cheque, sino estar ahí para los niños, ofrecerles el apoyo y la dirección que necesitan para crecer y triunfar.
Comparte un momento de su carrera que fue particularmente impactante y que demuestra el importante papel que puede jugar un hombre que sirve de ejemplo en la vida de sus estudiantes.
Relató una ocasión en que el padre de dos hermanos había sido deportado. Romanelli decidió proveerles la dirección y apoyo que necesitaban durante ese momento difícil. Hoy, los dos están en la universidad y lo siguen visitando. Le expresan gratitud por la influencia que tuvo en ellos, y la huella que les dejó.
“Cuando se me acerca un niño para agradecerme, se me olvida todo lo demás y se me recargan las pilas. Es cuando sé por qué hago esto”, dijo Romanelli. “Los maestros mejoran con el tiempo, y quiero dar lo mejor de mí. Quiero seguir estando ahí para ellos”.The post Un trabajo en un mundo perfecto first appeared on The Hub.