Oct 15, 2024
Durante años, las bicicletas rotas y abandonadas de Chicago fueron a parar a los depósitos de chatarra para fundirlas y luego reciclarlas.Pero durante los últimos 25 años, una organización sin fines de lucro de Chicago ha recolectado y enviado miles de bicicletas a países en desarrollo para ayudar a miles de personas que viven en la pobreza.Se han enviado a países como Costa Rica, Sierra Leona, Zambia, Malawi, El Salvador, Ghana.Desde 1999, Working Bikes con sede en La Villita, ha estado enviando bicicletas a estos países y a otros de África y América Latina, y ha entregado más de 150,000 bicicletas.La organización sin fines de lucro está celebrando su 25.º aniversario mientras sus fundadores recuerdan el crecimiento de la empresa que comenzó siendo un grupo de voluntarios que guardaban las bicicletas en garajes y sótanos. El grupo ahora tiene 20 empleados y alrededor de mil voluntarios, y se autofinancia en gran parte mediante las bicicletas que repara y vende en Chicago.Todo esto se destina a continuar con la misión de conectar las bicicletas no deseadas de Chicago con las personas que más las necesitan. Working Bikes envía unas 13,000 bicicletas al año a personas de otros países. Francesco Reimon, un migrante venezolano, ha estado trabajando como técnico de bicicletas desde junio.Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times Working Bikes empaca unas 550 bicicletas en cada contenedor de envío. Las bicicletas no están en condiciones de circular cuando se envían. Sin embargo, el grupo se asegura de que los grupos filantrópicos que las reciben puedan repararlas. Las bicicletas también proporcionan medios de vida a los mecánicos de los países receptores.Los grupos de esos países luego venden las bicicletas por unos $70 cada una, según el director ejecutivo de Working Bikes, Trevor Clarke.“Eso puede ser mucho para personas que ganan $200 al año”, dijo Clarke añadiendo que algunos grupos tienen formas creativas de ayudar a la gente a financiar las bicicletas. Por ejemplo, la organización sin fines de lucro Africycle, con sede en Malawi, ofrece microcréditos que se pueden devolver en cuatro o cinco meses.La mayoría de las bicicletas de Working Bikes —cerca del 70%— se envían fuera del país, dijo. Una parte más pequeña se dona a personas del área de Chicago. Y cerca del 10% se restauran y se venden localmente en su tienda de La Villita para ayudar a pagar el resto del trabajo de la organización sin fines de lucro.La financiación distingue a Working Bikes de muchas organizaciones sin fines de lucro. No depende de grandes donantes ni de redactores de subvenciones. La mayoría de los miembros de la junta directiva de la organización sin fines de lucro trabajan como voluntarios en la tienda de bicicletas.“Eso es algo de lo que estamos muy orgullosos. No sobrevivimos al día gracias a las fundaciones”, dijo el presidente de la junta directiva de Working Bikes, Dave Gorman. Miles de bicicletas en el almacén del sótano de Working Bikes en La Villita.Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times ‘Vamos a tener que hacer esto por nuestra cuenta’Working Bikes comenzó en 1999 cuando Ravenscroft y Little vieron un problema con una solución obvia.La pareja había trabajado como voluntaria en América Latina y África en los años 80 y reconoció el valor de las bicicletas para la gente de esos países. Las bicicletas que se usaban para la recreación en Chicago eran una fuente de sustento en otro país. Las bicicletas podrían ser una herramienta para expandir los horizontes de alguien más allá de su pueblo.Las bicicletas eran especialmente útiles para la gente que vivía fuera de las ciudades. “La forma en que la gente pobre se desplaza en las áreas rurales, las bicicletas son hegemónicas", dijo Ravenscroft.Primero pidió a las organizaciones sin fines de lucro que hacían un trabajo similar en otras ciudades (Bikes not Bombs en Boston y Pedals for Progress en Nueva Jersey) que se expandieran a Chicago.“Tenían las manos ocupadas”, comentó Ravenscroft. Recuerda haber pensado: “Vamos a tener que hacer esto por nuestra cuenta”.Ravenscroft recogió las primeras bicicletas en los depósitos de chatarra de Chicago. Aparecía antes del amanecer una vez a la semana y compraba todas sus bicicletas por $5 cada una.“Comencé a coleccionar bicicletas y a colocarlas en cualquier vehículo que se dirigiera al sur, a Centroamérica”, agregó.Se asoció con un grupo, “Pastors for Peace”, y les dio bicicletas para que las pusieran en sus caravanas.El grupo envió su primer envío de 400 bicicletas a Nicaragua, dijo Little.La operación siguió creciendo a medida que Working Bikes se asoció con tiendas de bicicletas que les donaran bicicletas rotas.“Muy pronto teníamos un sótano lleno de bicicletas”, agregó Little. La pareja trasladó las bicicletas a un garaje, luego a un apartamento de seis que ella tenía en Pilsen. Después de mudarse a lugares cada vez más grandes, Working Bikes se instaló en un edificio en 2434 S. Western Ave., donde permanece hasta hoy.Sigue creciendoEl negocio creció rápidamente de una operación “a la ligera”, como dijo Little, donde todos se ofrecían como voluntarios, a una organización sin fines de lucro más grande con empleados pagos. La organización sin fines de lucro maduró cuando contrató a un director ejecutivo para administrar las operaciones diarias, dijo Little.Clarke ha desempeñado ese papel durante algunos años. Clarke ayuda a supervisar el programa de voluntariado y la tienda Working Bikes, donde el grupo vende bicicletas reacondicionadas para ayudar a financiar su programa de envío. Esas bicicletas se venden por un promedio de $275, dijo Clarke.Las bicicletas que no se envían a otros países ni se venden en la tienda se donan a grupos locales que las hacen llegar a personas necesitadas en el área de Chicago. Hay docenas de bicicletas en fila para venderse en Working Bikes en La Villita.Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times Working Bikes también tiene formas creativas de hacerlas llegar a la comunidad. Recientemente donó 50 bicicletas para niños para que se sortearan para el programa de lectura de verano de la librería de Chicago Open Books, dijo Clarke.Working Bikes es propietaria del edificio desde el que opera en La Villita. Little dijo que la relativa asequibilidad de Chicago, en comparación con otras grandes ciudades estadounidenses, ayudó a la organización sin fines de lucro a crecer mientras grupos similares luchaban con el aumento del alquiler en otras ciudades.“Chicago es un lugar especial por eso”, aseguró.En ocasiones, el grupo se topa con trámites burocráticos y otras reglas no escritas cuando intenta enviar las bicicletas a otros países. Working Bikes envió sus primeras bicicletas a México este año, compartió Clarke. Llevó tiempo encontrar una solución para el arancel excesivo sobre las bicicletas, aseguró.Mientras tanto, otras organizaciones han asumido la misma misión que Working Bikes. Aaron Brown ha trabajado en Working Bikes durante 20 años.Tyler Pasciak LaRiviere/Sun-Times La Municipalidad de Chicago comenzó un programa hace dos años, llamado Bike Chicago, para regalar hasta el 2026, 5,000 bicicletas a los habitantes de Chicago necesitados. Clarke dijo que Working Bikes estuvo involucrado con la Municipalidad desde el comienzo de ese programa. Ayudó a la Municipalidad a elegir qué bicicletas comprar para el programa, dijo.Gorman, el presidente de la junta directiva del grupo, dijo que es maravilloso que la Municipalidad esté ayudando a distribuir bicicletas gratis.“Esto no es una competencia. Estamos impulsados por una misión. Nuestras misiones se complementan”, dijo.Traducido por Gisela Orozco para La Voz Chicago
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